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  • aperezdelvalle

La gota de agua

Por Elena Goicoechea


Los niños enfermos de cáncer que están muriendo como pajaritos mudos por culpa del abandono criminal de este gobierno y de la silente indiferencia de la sociedad, son la gota de agua que acabará por erosionar la ilusoria piedra en que está basada este conato de dictadura.



Estos pequeños no entienden qué pasa y su energía se gasta en la lucha interna, mientras que el tiempo, los recursos y el ánimo de sus padres se debe concentrar por entero en cuidar de sus hijos. Y los millones de mexicanos que pudieran levantar la voz y exigir en su nombre no los sienten propios.


No obstante, el dejar morir a un grupo de la población a propósito equivale a exterminarlo, por las razones que sean... No se requiere que sea el odio el motor del crimen para considerarlo "genocidio". Incluso, o sobre todo, si es por razones tan viles como el dinero, habiéndolo de sobra para derrochar en vanidades, se considera un genocidio, según está clasificado en la lista de crímenes de lesa humanidad en los Estatutos de Roma de la ONU.


Y este crimen de leza humanidad es tanto más deleznable cuando las víctimas son los más indefensos y vulnerables miembros de la sociedad, en este caso, los niños enfermos de cáncer sin recursos económicos.


Recordemos que la indolencia de la sociedad alemana frente a los horrores perpetrados por su venerado líder y su pandilla n@zi sobre determinados grupos de la población que sentían ajenos, indiferencia que aprovechó H¡tler para llevar a cabo el Holocausto, confiado en que sus crímenes no afectarían la propia imagen ante su pueblo, no hizo sino volver más atroz aquel genocidio.


Si López Obrador está hoy confiado en que sus fanáticos lo apoyan a pesar de las muertes que su gobierno está ocasionando y permitiendo, pudiendo evitarlas, y está apostando a la indolencia y apatía del resto, que le permite todo, significa que no estudió historia o que no aprendió de ella.


El Tiempo no consiste sólo en el presente. Más allá de la inmediatez en que germina la soberbia cegadora, está el futuro y la inevitable rendición de cuentas.


Es claro que no son los niños con cáncer las únicas víctimas de López y su caterva de cómplices, pero sí son las más inocentes y vulnerables. Por esa poderosa razón quedará indeleble su destino en las páginas más negras de la Historia de México, ésa en la que el Narciso que habita hoy nuestro Palacio Nacional aspira a pasar a la gloria.


Cada palabra no pronunciada por las trémulas bocas de estos pequeños es una gota que erosiona irremediablemente los frágiles cimientos de este conato de dictadura.


La factura la va a pagar alguien que ya al momento, aunque eventualmente rectificare el rumbo, está moralmente derrotado por los miles de niños que no podrá volver a la vida. Y amarrada a sus pies irá la honra de quienes hoy los lamen.


Columna de opinión, tomada den reenvío público.

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